El pasado 20 de octubre llegué a la preciosa Alcalá de Henares, invitado por el Instituto Quevedo y la fundación de la Universidad de Alcalá, para realizar un mural ni más ni menos que en el interior de la prisión de Alcalá Meco. Para mi, que siempre me ha gustado dejar huella gráfica en las paredes y muros del mundo, (Francia, Italia, Alemania, Eslovenia, Irlanda...), poder colorear los de una prisión gris tenía un significado muy especial. Así surgió la idea de "Entre luz y sombra", cargada de metáfora y significado existencial en cada una de sus imágenes y palabras.
El muro que pintamos antes de pintarlo.
Me propuse crear un concepto nuevo de mural directamente conectado con el medio expresivo para mí más querido: el cómic.
Nace pues el primer cómic-mural, en el que emplazo sobre la pared gigantescas páginas de cómic divididas por capítulos, donde los personajes Cervantinos, Quijote y Sancho en negra silueta sobre blanco, meditan a propósito de luz y sombra, como metáfora del temor y la angustia, así como de esperanza y renacer, conceptos estos bien presentes no sólo en la vida de un prisionero.
Entre página y página se alternaba la luz y el color a través de las ideas que los internos proyectaban sobre la pared, y que yo traducía a modo de metáfora gráfica. La conexión con los 4 presos que trabajaron conmigo fue inmediata. Rompí el hielo haciéndoles una caricatura veloz sobre mi libreta de bocetos, y a través de la risa se estableció de inmediato la complicidad necesaria para que luego se sintieran cómodos expresando sobre ese espacio lo que más les preocupaba allá dentro, o lo que mantenía encendida la llama de la esperanza.
...y del primer diálogo entre Sancho y Don Quijote, se disuelven las negras sombras para dar paso a los intervalos de luz...
Así pues, el niño que agarra un deseo, una esperanza, representada como la estrella, es el hijo de uno de los internos participantes (un ex-legionario), y en ese trocito de muro colocó ese deseo, esa esperanza, lo que le mantiene desvelado en la larga noche de las celdas.
Las matriochkas fueron la forma de representar el único momento que otro de los internos, rumano él, esperaba con ilusión entre esos muros, las visitas de familiares y el amor (corazón) que desprenden, a modo de bálsamo espiritual.
El interno de la república dominicana quería reflejar lo que había justo detrás del muro, el patio deportivo, donde a través del ejercicio físico se evadía momentáneamente del ambiente que le rodeaba, el niño negro con la camiseta nº23 (Michael Jordan, un jugador muy admirado en su país), juega a baloncesto con el globo terráqueo.
El color se disuelve para dar paso al capítulo dos de las sombras quijotescas, en que Sancho confiesa su temor a la oscuridad, consolado por Quijote que le recuerda que sin sombra no hay luz, y sin noche no pueden brillar las estrellas. Estas consideraciones abren paso a las inquietudes del último interno. Él quería remarcar el vacío y la soledad que se siente en una prisión, y había que traducirlo a través de imágenes que de alguna manera no dejaran de evocar esperanza. y como tras la sombra está la luz, tras el vacío de la reclusión existe el sueño de la libertad. De esa manera surge la secuencia del personaje, inspirado físicamente en el propio interno, que inicialmente tras la tristeza se levanta del taburete y sufre una transformación. La bolsa que carga es el fardo de los errores cometidos en el pasado, desprendiéndose de ese peso inicia la metamorfosis en la que el interno se convierte en un pájaro que vuela ya libre de su pasado.
Decidí colocar sobre el muro el tercer capítulo, aún en blanco, aún por escribir y dibujar, encabezado por la palabra tan de arte secuencial "continuará". Porque este proyecto sin duda va a continuar a lo largo de los años. La idea ha cuajado tanto entre los internos y los directivos que se pretende rodear de luz y sombra todo el perímetro de la prisión, y que participen en el proyecto tantos artistas e internos como sea posible, para que en ese espacio de sombra todos tengan la oportunidad de plasmar su luz, hacer suyo un trozo de ese muro y dejar constancia de vida en un lugar donde aparentemente ésta se detiene.
2 momentos me han marcado particularmente durante el proceso. El peor, sin duda, cuando tuve oportunidad de visitar los módulos interiores y las celdas de los reclusos, guiado por ellos mismos. la estrechez de aquellos pasillos, el grosor de esas puertas de hierro, su ruido al cerrarse tras un espacio ínfimo, claustrofóbico, en que se duerme pegado a una letrina...y la conciencia de que en esta vida todo es circunstancial y por lo tanto hay espacio para que lo inesperado brote de pronto en nuestra realidad, en forma de mágico sueño o terrible pesadilla. Pocas oportunidades tienen los reclusos de salir de esos módulos internos, por lo que el proyecto del mural representó para ellos un breve intervalo, una variación a su rutina, un pequeño oasis creativo que les daba la llave para salir al aire libre durante unas horas, los 5 días que duró la creación de esos 2 primeros tramos.
El mejor momento, sin duda también, cuando mientras trabajando en el muro oí de refilón un pedacito de la conversación que los internos estaban teniendo mientras coloreaban apartados: "Tíos, estos días de color parece que no estemos en una prisión".